Encuentros culinarios en la cocina de un hostel
Viajar es una experiencia fabulosa, pero si a eso le sumamos viajar con la mochila y dormir en un hostel, el abanico de posibilidades y aventuras se abre como una flor en primavera. Un hostel supone la posibilidad de compartir la habitación y el baño, con personas de todas partes del mundo, ahora, imagínense como debe ser compartir una cocina multiétnica, con idiomas, culturas, y sabores de todo el mundo.
Campo Base con salsa de Panceta
Nos alojamos en la ciudad de Mendoza, Campo Base Hostel, una Verdadera ¨ Babel ¨ de idiomas y culturas; Escoceses, Sudafricanos, Ingleses, y franceses, sumado a la buena onda del lugar, uno puede hacer muchas amistades, y para eso, nada mejor que la cocina del hostel, donde ahí todos somos cocineros.
En una de esas noches de cocina, me encontré con Santiago de Colombia, un estudiante de chef, de vacaciones en Mendoza, cuando lo conocí, ya estaba con ¨ las manos en la maza ¨ estaba listo para hervir los fideos, se prestaba a preparar Spaghetti a la salsa de panceta, una soberbio plato de pastas con altas calorías para combatir el invierno. Tome su plato como un desafío, aunque lo ganó antes de empezar. Mi primer plato mostacholes con salsa rosada fue traicionado por una sartén maldita, crema y tuco se deslizaba por el suelo en un enchastre memorable.
Campo Base de bifecitos al verdeo
Tras semejante papelón, (ufff que vergüenza) un lodazal de crema y tuco por el suelo se hizo presente, las bermudas de una francesa y, las zapatillas de una sudafricana, registraron con éxito el pantano que armé sobre la cocina, pero así mismo no me rendí, saqué lo que tenia en la heladera, Bifecitos de chorizo y los mandé con una salsa de verdeo, una joyita, al menos yo que los probé no me puedo quejar
Campo Base con salsa de Panceta
Nos alojamos en la ciudad de Mendoza, Campo Base Hostel, una Verdadera ¨ Babel ¨ de idiomas y culturas; Escoceses, Sudafricanos, Ingleses, y franceses, sumado a la buena onda del lugar, uno puede hacer muchas amistades, y para eso, nada mejor que la cocina del hostel, donde ahí todos somos cocineros.
En una de esas noches de cocina, me encontré con Santiago de Colombia, un estudiante de chef, de vacaciones en Mendoza, cuando lo conocí, ya estaba con ¨ las manos en la maza ¨ estaba listo para hervir los fideos, se prestaba a preparar Spaghetti a la salsa de panceta, una soberbio plato de pastas con altas calorías para combatir el invierno. Tome su plato como un desafío, aunque lo ganó antes de empezar. Mi primer plato mostacholes con salsa rosada fue traicionado por una sartén maldita, crema y tuco se deslizaba por el suelo en un enchastre memorable.
Campo Base de bifecitos al verdeo
Tras semejante papelón, (ufff que vergüenza) un lodazal de crema y tuco por el suelo se hizo presente, las bermudas de una francesa y, las zapatillas de una sudafricana, registraron con éxito el pantano que armé sobre la cocina, pero así mismo no me rendí, saqué lo que tenia en la heladera, Bifecitos de chorizo y los mandé con una salsa de verdeo, una joyita, al menos yo que los probé no me puedo quejar
Labels: experiencias bon vivant
1 Comments:
si es cierto que las cocinas de un hostal siempre llevan sorpresas, encuentros y recuerdos inolvidables ! un beso toulousain.
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