Soy una estrella por que salgo de noche
( FMPR)
Salir de Buenos aires atrasa.
( FMPR)
(Por Federico Resnik)
Cierto mes del año 2003, una muestra en el museo de arte moderno de Buenos Aires( MAMBA) se estaba gestando. Una retrospectiva muy partícular. Vida y obra de Federico Manuel Peralta Ramos, hasta el momento un ignoto desconocido para este humilde editor de Gazpacho.
No conocía su obra, pero algo loco loco pasó, una conexión psíco-onírica me empezó a dar vueltas, tenia que ir, tenía que saber de este genio creativo; Un conspirador mas allá de la muerte me estaba llamando.
queria que saber de su esencia por el mundo. Por eso, hoy me llama de nuevo, y Gazpacho lo psico-homenajea.
Federico el grande(Por Maria Gainza deLa Nación.com)
En una trasnochada, allá por los eufóricos años sesenta, a Federico Manuel Peralta Ramos se lo comió el personaje. Glup. Y así quedó. Con sus ciento y pico de kilos, mezcla de payaso cósmico y oso de peluche, ya no se supo más dónde terminaba el hombre y dónde empezaba su creación. Entonces el gordo aristocrático, con su invariable trajecito cruzado, sus ojos azul cielo despejado y su deambular por la “manzana loca” de bar en bar proclamando la imperiosa necesidad de “vivir en arte”, se convirtió, a fuerza de lucidez, en una de las figuras paradigmáticas en la creación de un dadaísmo local. Una suerte de Marcel Duchamp porteño, Federico hizo del gesto artístico su marca registrada. Intuitivo hasta la médula, presintió las posibilidades de un arte conceptual bien antes de que éste tomara forma, y no se cansó de señalar que el arte, tarde o temprano, se disolvería en la vida social. En 1964 expuso en la galería Witcomb unos cuadros de enormes dimensiones, tan insospechadamente grandes que cuando llegó a la galería cayó en la cuenta de que éstos no pasaban por la puerta. Despreocupado, tomó un serrucho y los partió al medio. Después juntó los pedazos así nomás y los colgó.
EL PERALTA-RAMISMO
La versatilidad lo destacaba dentro de un ambiente propenso a las etiquetas: cantor, pintor, showman, pensador urbano de café (no un filósofo erudito y lejano sino alguien más pedestre, pero con una aguda intuición). Más que un artista atado a su paleta, era alguien que parecía comprender el mundo en todos sus misterios y, en una Buenos Aires de cerebros de aldea, se irguió como ciudadano espiritual del universo. Pronto, el hombre que se autodefinió, con conmovedora fragilidad pero también dejando en claro sus aspiraciones místicas, como “aquel boomerang que no quiso volver porque se encontró con Dios”
Como aquella vez que, sin tener un centavo ni para el colectivo, tuvo el irrefrenable impulso de alzar la mano para comprar en un remate de la Sociedad Rural Argentina un toro reservado gran campeón, porque su idea (que le costó después una internación en un neuro -psiquiátrico privado para evitarse un juicio) era exponerlo en el hall del Di Tella junto a un auto Fórmula 3, una montaña de dinero y un caballo pura sangre. O cuando utilizó todo el dinero que le otorgó la beca Guggenheim en 1968 para dar una cena en el Alvear para sus amigos. “Leonardo pintó La última cena, yo la di”, anunció. Claro que los norteamericanos, indignados por este imprevisto, le pidieron una explicación, la cual no tardó en llegar en forma de carta:
“Una organización de un país que ha llegado a la Luna, que tenga la limitación de no comprender y valorizar la invención y la gran creación que ha sido la forma en que yo gasté el dinero de la beca, me sumerge en un mundo de desconcierto y asombro. Devolver los tres mil dólares que Uds. me piden sería no creer en mi actitud, por lo tanto he decidido no devolverlos. Esperando que estas líneas sean interpretadas con temperamento artístico, saludo a Uds. muy atentamente, Federico Manuel Peralta Ramos”.
“Serás lo que te tocó ser y dejate de joder”
El psicodiferente Federico también inventó una religión, la gánica.!
Con unos mandamientos muy definidos:
Hacer lo que uno tenga ganas
Creer en el gran despelote universal
Regalar plata
Exprimir la escencia hasta llegar al halo
Superar lo controlable
irse a los bofes
un domingo del 92 que estaba invitado a los tallarines con que se cerraba el programa de Tato bores, sufrió un pico de presión alta mientras bailaba El Danubio azul y una ambulancia del Cemic lo trasladó para internarlo de urgencia. Durante sus días de terapia intensiva, algunos amigos –entre los que se contaba Pier Cantamessa- y su hermana Rosario fueron a visitarlo. “Al lado de él, había un tipo que estaba enchufado a un respirador automático. Un poco más lejos, había un grupo de gente llorando porque se había muerto otro tipo. Y como esos había dos o tres más. Federico estaba comiendo una naranja y diciendo: ‘¡Este lugar es maravilloso! Me quieren dar de alta, pero yo quiero quedarme acá por lo menos una semana más’
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